Todero, buscador de relatos y maneras de contar. Intenté ser músico pero el ritmo me sacó a patadas, descubrí las artes gráficas y en ellas me detuve, finalmente terminé haciendo lo que siempre quise hacer, pequeñas películas con dibujitos de niños, ahí estoy, aprendiendo y haciendo preguntas a la imagen en movimiento.
El cine que colombiano que he podido ver va con de mis andares, finalizando los 70 a mis 18 años viendo en la marquesina la imagen del gordo Benjumea y ese afán de los colombianos de ganar mucho dinero de manera accidental, con la gente de la universal los colores se han movido, algo que va entre el humo y la carrera séptima a un color cálido lo describiría como chapineruno, el que se ve en el apartamento del sargento Diógenes que me da un salto a los colores del centro de Bogotá, en la estrategia del caracol. Hasta ahora mi cine colombiano no ha salido de Bogotá; finalizan los 90 y el país urbano explota en la pantalla, Victor Gaviria me muestra Medellín, lejos de misas, arrieros y gente pujante, me muestra Medellín en sus comunas, me ayuda a entender las historias que esconden los noticieros, los niños invisibles la veo con los niños de Belén de los Andaquíes, se que la conseguí en algún paquete de DVDs piratas en Bogotá y la mostramos en una de las proyecciones que hacíamos en la escuela audiovisual en Belén de los Andaquíes, sentí una película que se conectaba con niños alejados del centro; regresamos a esas búsquedas del cine, de nuevo Medellín y ese retorno del flaco al que sus amigos lo llevan de paseo en la camioneta que los ha tenido juntos; la música vallenata está de moda, esta de moda la nostalgia, está de moda buscar el caribe; llega Ciro Guerra y nos lleva por los vientos de la provincia, recreando a Francisco el Hombre, siento un cine colombiano que explota hacia las regiones, sale a la provincia y obvio somos un país de montañas, ríos, mares y guerras eternas, de nuevo los niños en el centro del relato en los colores de la montaña, la vimos con los niños de Belén de los Andaquíes, de nuevo vemos que las historias rurales no están tan desconectadas. Las exclusiones nos han sacado del campo y nos ha vomitado en las periferias de la ciudades, veo silencio en el paraíso, jóvenes que buscan y como siempre el engaño está por medio, algo que nos lleva a uno de los episodios que mas dolor nos causa, los falsos positivos, cerrando mi selección con ese retorno a lo que ya no existe, la tierra y la sombra.