Andrés Múnera

Comentarios:

Dejé algunas fundamentales por fuera como Solecito, La impresión de una guerra o Rodrigo D. No Futuro pero en este puñado de títulos están los momentos que más me han conmovido de la cinematografía de mi país. Los niños ciegos fantasmas de Víctor, la fisionomía apacible de Lorenzo Jaramillo como un Cristo de la escuela flamenca, la nación compartimentada en cuatro paredes que esbozó Rodríguez Triana como una orquesta mínima de cámara, la furia de todo lo que toca Restrepo con su mirada posesa de experimentador alucinado que cuando filma una ruina sube de inmediato tres escalones sin mirar hacia atrás, Corta de Guerrero que fue como “parar oído” en medio de una conversación de barra de bar y sentirse cobijado por una hermandad encontrada de repente y así podría explayarme sobre el cine sin tiempo de Marta, Jorge y Mayolo pero en conclusión los ropajes de mis afectos están en este ropero de películas a las que vuelvo siempre con ojos nuevos.