Los niños invisibles

Los niños invisibles está movida por un argumento harto gracioso: unos niños deben sacarle la molleja a una gallina robada, extraerle el corazón a un gato y quitarle a un escapulario la foto de la Virgen del Carmen para colocar allí las vísceras de los animales sacrificados. Así, en una noche de luna llena, uno de ellos podrá ponerse el escapulario en el cementerio y, al fin, volverse invisible. Entre más en serio se toman sus tareas los niños protagonistas, más los vemos nosotros entregados a su inmensa y profunda ternura. Dudan de si son invisibles o no ante un mundo que les parece indiferente a ellos. La duda existencial se revela en su dimensión más infantil: ¿qué pasaría si desaparezco?, se preguntan los niños. Se miran al espejo y dudan de su materialidad.