Amazona

Amazona es uno de esos documentales que empiezan como un reclamo y dirigen su ruta de estilo hacia la idea de "meter el dedo en el llaga". Sin embargo, terminan como una gran y suave caricia. Es curioso pensar que, en realidad, el tema de la película es lo que hay de una esquina (la herida) a la otra (la caricia, o, si se quiere, la cura). Clare Weiskopf pretende carear a su madre, Val, una mujer británica de carácter fuerte y audaz que vive en Colombia. El careo va deformando en otras cosas porque, se sabe, la vida siempre es más intrincada, complicada e irresoluble que la simpleza que tiene el intercambio de una confrontación desnuda y sin matices. Val, la madre, está convencida de que la realización personal está por encima de cualquier sacrificio y que nuestro único compromiso es con nosotros mismos. Este modus operandi la impulsó a terminar viviendo en el Amazonas, ausentándose así de una gran parte de la vida de sus hijos. La herida de la hija-cineasta versa sobre ese abandono. El documental avanza y ella misma, con cámara en mano, queda en embarazo. Las dudas y las preguntas sin manual de instrucciones se duplican.