Crítico de cine y periodista
Las listas suelen servir para ratificar la historia, pero también podrían ser un lugar de cuestionamiento y reescritura de la noción misma de historia. O al menos incitar a ello. No para reemplazar un canon por otro, según un régimen lineal, sino para suscitar aperturas y porosidades. En mi lista no pude dejar de lado una que otra película ineludible (¿borrarlas sería un gesto complaciente con cierto revisionismo que se va imponiendo como norma del presente?), pero quise también invitar a la conversación (a mi conversación con los cines colombianos) formatos considerados menores: el documental, el cortometraje, el fragmento de una película perdida como totalidad. A su vez, busqué dejarme atravesar por lo fronterizo, con una ilusión en mente y corazón: que los cines colombianos se puedan reimaginar desde los márgenes, la desterritorialización, la extrañeza y la extranjería. Alguna vez, para una misma lista de diez película colombianas (cuyo resultado fue, en todo caso, levemente distinto al de hoy), escribí invocando "la promesa de un cine donde la periferia humillada sea vengada poéticamente". Hoy, cinco años después, sólo agregaría que no estoy seguro de dónde está esa periferia, y que tal vez también habría que inventarla.